Edición Especial Hoy en la Javeriana

/ IMPRONTA JESUITA

Un modo de proceder

desde el corazón

POR: P. Luis Alfonso Castellanos R., S.J. | Vicerrector del Medio Universitario, 2012‑2018.

La misión de la Compañía de Jesús en su sistema educativo es formar profesionales exitosos y capaces de llevar adelante la construcción de sociedades donde los excluidos tengan verdaderas oportunidades de vida.

En el año 2014 fue asesinado un habitante de la calle, Marco Tulio Sevillano, «Calidoso», quien era bastante conocido entre la comunidad javeriana. Y sin que nadie se lo propusiera, o existiera alguna directriz, quienes lo conocieron o teníamos injerencia, deseamos para él un funeral digno. Un grupo de estudiantes y profesores que lo frecuentaban y tenían una cercanía con él desde hacía rato ¡actuaron! Y de manera particular dos estudiantes de Antropología y Psicología organizaron un homenaje en el emblemático túnel de la Javeriana sobre la carrera Séptima.

Indiscutiblemente se espera de cualquier profesional su mejor desempeño como ciudadano: que pague sus impuestos, viva los valores de su vecindario y, por supuesto, que en su vida sea buen padre/ madre, hermano y amigo. Se espera que un javeriano o javeriana viva con pasión el encuentro con su ser amado y que construya con sus hijos un proyecto familiar.

Así mismo, cuando valoramos un buen profesor o empleado de nuestra Javeriana, al lado de un buen profesor o profesional de otras universidades no descubrimos mayores diferencias. Todos ellos son buenos seres humanos. Somos testigos que en nuestro campus existen múltiples colegas de otras universidades con quienes estamos contentos de trabajar y quienes viven orgullosamente su compromiso con la Javeriana. Entonces ¿En qué radica la diferencia? ¿Dónde está la impronta jesuita? ¿Cuáles son esos rasgos javerianos que tejen nuestra cultura? 

Somos Universidad 

Pero algo más que una institución exclusivamente académica. Nuestro ejercicio universitario no se reduce a la trasmisión de saberes expertos. Sabemos que la integralidad de relaciones en las aulas, cafeterías, eventos culturales, religiosos y deportivos generan «otro patrón de convivencia». Basta ingresar desde la carrera Séptima para experimentar una transformación en el aseo, la seguridad: un entorno apto para vivir y aprender. 

Ya sea como estudiantes o educadores somos testigos de un proceso formativo integral; nuestras cohortes de cada semestre no son una selección de genios o coeficientes superiores. Un mínimo estándar permite notablemente en cualquier estudiante y profesor el ascenso de su intelecto, optimizar su amor por el saber y la fineza del ejercicio tras la verdad; no solamente se ejerce un proceso de selección. Quienes han elegido a la Javeriana para laborar y formarse en ella, lo saben. 

Una «pena» reducida y una mayor libertad 

Entre los motivos que impulsaron a san Ignacio a proponer los Ejercicios Espirituales a sus más cercanos amigos fue evitarles cometer los errores que él vivió (costos innecesarios) y el deseo de garantizar un método que en la libertad le permita al sujeto encontrarse con su Dios y Señor. 

Por una parte se trata de llegar al «éxito» sin dolores innecesarios; desde el rendimiento justo y gracias a procesos adecuados. No se trata de imitar a otros o de replicar formas; tampoco de hacer proezas notables o verter la sangre en el intento. La Javeriana se diferencia por su modo de proceder a través del acompañamiento cuando resultados iguales o mejores a los de nuestras instituciones pares, surgen de este proceso tan propio de la espiritualidad ignaciana. Una experiencia del espíritu que en lo cotidiano permite, igualmente, eliminar lo superfluo y estar plenamente en lo mínimo. 

Una metodología ignaciana salva igualmente en nuestro proyecto la autenticidad y los ideales personales, qué bueno ayudar a que estos crezcan y maduren a través de la formación integral desde la dimensión ética, social, estética, lúdica, espiritual, cultural y deportiva. Metodología que permite a sus participantes comprometerse con «ánimo y liberalidad» para que, descubriendo aquello que llena el corazón, todas sus «acciones y operaciones» estén debidamente orientadas a ese fin. En la Javeriana múltiples maestros nos han permitido gustar esta experiencia. Por eso descubrimos, incluso en el fracaso, que el amor fiel y la intención sincera son grandes valores de nuestro modo de proceder.

Compromiso con la trascendencia 

Una cartografía marca la cotidianidad de nuestra Javeriana: no tenemos una gran capilla central y llamativa. Las siete que existen en el campus son pequeños refugios donde en la intimidad de sus ambientes acogedores se encuentran los creyentes. Igualmente, una senda florida acoge a «Nuestra Señora de la Luna Nueva» proponiéndonos temas desde la historia, la fe y la naturaleza; huellas y trazos de una aventura de amor milenaria que dibuja una oferta respetuosa y continua. 

Igualmente entendemos el cristianismo como un saber ancestral, que se encarna en nuestros estatutos, reglamentos y decisiones; desde la misma historia, porque bien sabemos que el relato personal de cada uno de nosotros no inició con el nacimiento y tampoco terminará con la muerte, igual sabemos que nuestra historia institucional no inicia en 1623 o en 1930. Esta apertura a la trascendencia por otra parte es un modo de ser que se manifiesta en la experiencia javeriana inmediata, ya sea como solidaridad en la adversidad, oración en el misterio y misericordia en el dolor. 

Proyecciones de lo humano 

Por lo expuesto anteriormente se entiende por qué en las estudiantes y demás javerianos cercanos a los habitantes de la calle, existía todo el coraje y el talante para hacer lo que hicieron en memoria de «Calidoso» y darle un funeral simbólico. 

El cartón o diploma, pude sentir en esos días, era «un formalismo», pues en ellas habitaba esa preocupación por lo humano que hoy, ya graduadas, doy fe, sigue en su vida laboral. Todo egresado vive unas experiencias fundantes del corazón que le dinamizan en su futuro profesional. 

Estos procederes anteriores no se ejercen en masa. En la Universidad también hay espacio para las opiniones de los desertores y contraventores, que en su gran mayoría son buenos javerianos porque son buenos seres humanos. Nuestra gratitud para todos ellos. Su reserva explícita a ciertas ofertas, no les impide gozar de la camaradería, los beneficios y normas para todos. E, igualmente, estamos ciertos de su compromiso en las aulas y representación que hacen de la institución en múltiples escenarios. Este modo de proceder es algo que ocurre… a pesar nuestro… ya durmamos o estemos despiertos, de noche o de día; como el misterio de la semilla que nos lo presenta Jesús en Marcos 4, 26.

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